In memoriam: Dr. Rodrigo Ferrer (1946-2023)

El Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile lamenta profundamente la partida de profesor Rodrigo Ferrer, doctor en física y destacado académico de nuestra casa de estudios, director de nuestro Departamento (DFC-UChile) entre1985 y 1987, colega y amigo entrañable.

Como investigador destacó por sus contribuciones en el campo de la materia condensada, tanto nacional como internacionalmente, mientras que como docente se convirtió en una figura inspiradora para generaciones de estudiantes, a quienes les trasmitió tanto su pasión por la física como su calidez humana. Un ejemplo que hoy deja como valioso legado de a toda la comunidad universitaria que lo conoció.

A través de esta página, que recoge testimonios, obituarios e imágenes facilitadas por quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, le rendimos homenaje a su vida como científico, profesor y compañero de labores.

Testimonios:

"Conocí a Rodrigo en 1968 siendo él estudiante de pregrado en varios de mis cursos. Su empatía y amabilidad, además de nuestra poca diferencia de edad, nos convirtieron en cercanos de inmediato. Hizo conmigo la tesis de pregrado (que se exigía en ese entonces, y que ocasionalmente incluso llevaba a trabajos publicados). Después hizo su tesis de doctorado bajo la tutoría del Prof. Enrico Galeani d'Agliano en Génova, Italia. Cuando regresó en barco de Italia a Chile pasó a visitarnos en Venezuela, encuentro que recuerdo con especial cariño. Más tarde hizo un posdoctorado con el Prof. Martin Zuckermann en la Universidad de McGill, en Montreal, Canadá.

La vida de Rodrigo estuvo indisolublemente ligada a nuestra Facultad de Ciencias, donde desarrolló toda su carrera académica. Aquí fue estudiante de pregrado, posgrado y profesor, ganándose el cariño de todos. Su curiosidad, gama de intereses, cultura excepcionalmente amplia y su empatía con los demás nos dejó una huella muy profunda. La amplitud de sus intereses lo llevaron a hacer aportes valiosos en áreas como la física de los instrumentos musicales, aparatos para la enseñanza de laboratorio (p. ej. un acelerador de Van der Graaf para demostraciones) y la fabricación de un túnel de viento, además de su docencia. También Rodrigo tenía un gran número de hobbies, entre los que podemos destacar piloto de planeador y capitán de barco, algunos de los cuales fueron armados por él mismo".

*Testimonio entregado a Comunicaciones de la Facultad de Ciencias

"Cuando ingresé a estudiar Licenciatura en Física, Rodrigo Ferrer era profesor. Aunque reemplazó en algunas clases al docente de Mecánica, la primera vez que realmente trabajé con él fue tres años después, cuando fui ayudante de su curso. El siguiente hito, y el más importante, fue la vez en que, junto con el profesor Herbert Massmann, escribió un libro sobre física e instrumentos musicales. Colaboré cercanamente con ellos en la preparación del libro y ése fue el momento en que aprendí a conocerlo mejor. Era una persona correcta y apasionada por una amplia variedad de temas. Tuvimos muchas conversaciones sobre física, música, gramática, y sobre las experiencias de vivir en otros países y culturas. También conocía de navegación y de vuelo (tenía sus licencias respectivas), de pintura, entre otras cosas, por lo que tenía una fuente inagotable de historias, experiencias y conocimientos sobre temas muy variados. Era una persona de conversación siempre interesante y muy culta. En lo personal, recuerdo con especial cariño nuestras conversaciones sobre gramática, un tema que nos interesaba mucho a ambos, y con el que revelaba una gran atención al detalle, además de gustarle proponer preguntas gramaticales que, usualmente, resultaban ser muy desafiantes. Como académico, creo que deja un legado enorme por su trabajo para darle realce a la física como una ciencia fundamentalmente experimental. Estaba muy interesado en que nuestros futuros profesores pudieran desarrollar demostraciones de experimentos de física, independiente del presupuesto con el que contaran en los respectivos establecimientos educacionales en los que trabajaran, impulsándolos a crear sus propios materiales de trabajo. Para ello montó un taller gracias al cual muchos estudiantes pudieron desarrollar ideas experimentales concretas, para que, cuando les tocara ejercer, tuvieran herramientas para darle una visión no sólo teórica, sino sobre todo experimental, a la enseñanza de la física. Creo que eso enriqueció enormemente la formación que pudimos dar a nuestros estudiantes. Fue una persona generosa con sus consejos, aprovechando sus variadas experiencias de vida y académicas, y creo que eso también lo distinguía, mostrando un genuino interés en las personas con las que era más afín. Por todo ello, haber podido compartir con él fue una experiencia enormemente enriquecedora".  

"Nos despedimos del profesor Rodrigo Ferrer con gratitud por su valioso aporte a la educación y con la certeza de que su memoria vivirá en nuestros corazones. Que descanse en paz. Lo echaremos profundamente de menos”.

*Testimonio entregado a Comunicaciones de la Facultad de Ciencias

 

“Cuando entré a la universidad (en el DFC-UChile) tenía 17 años y era bastante inmadura. No tenía métodos de estudio y la universidad fue un cambio brusco para mí. Entonces, en segundo año, conocí a Rodrigo Ferrer, quien fue mi profesor de Electromagnetismo y tenía fama de exigente. Recuerdo que debido a que falté a una prueba tuve que rendir un examen de forma oral, lo que fue una experiencia muy difícil. Aprobé el ramo, no sin antes recibir una llamada de atención por no asistir a clases. En el siguiente semestre, volví a ser su alumna y creo que se tomó mi caso como un objetivo personal: estaba atenta a mi presencia en el aula, vigilaba si llegaba a tiempo y me llamaba constantemente al pizarrón para resolver problemas, corrigiendo tanto mi caligrafía como la legibilidad de lo que exponía. Pienso que, a través de su exigencia y preocupación, logró sacar algo de mí, que me sirvió para crecer como académica. El profesor que en un principio temí y vi como un ogro se convirtió en alguien amable, cercano y querido. Luego fui su ayudante y terminamos siendo amigos. Conversábamos de todo, porque era una persona muy completa, con un abanico de intereses: era aventurero, quería conocer el mundo, conectarse con la naturaleza, le gustaba la música, el arte y, por supuesto, la física. Lo que más me gustaba de él era, justamente, eso: que buscaba espacios para cultivar la vida además de la ciencia y que detrás de ese profesor exigente había un ser humano integral, empático y muy preocupado por sus alumnos. Esto coincide con lo que yo pretendo hacer a través de mis clases. No solo enseñar física, sino también conectar con los estudiantes. La última vez que hablé con él fue en marzo, por teléfono. Quedamos de tomarnos un café, cuando estuviera mejor, cosa que desafortunadamente no ocurrió. Es uno de los pocos profesores que recuerdo con mucho cariño. Tenía un gran corazón y era una persona de fiar. Fue muy bonito conocerlo, porque personas así son muy difíciles de encontrar en ambientes laborales y académicos. Para mí, esa complementariedad entre la formalidad y exigencia académica, y su calidez humana es, sin duda, su gran legado".

"Reconozco en él a una gran persona, que como académico se preocupó no sólo de enseñar, sino que también incentivó a muchos a seguir sus estudios y formó a muchas generaciones, indicándoles incluso que el comportamiento en clases y hasta la ortografía eran parte de ese camino.

En lo personal agradezco haber tenido una relación cercana, con conversaciones relacionadas con la familia, el gusto por el mar, él en Algarrobo y yo en El Quisco. También me llevé más de un tirón de orejas de su parte, pero lo recuerdo como un aprendizaje. Siempre mantuvimos el contacto a través de WhatsApp con memes divertidos y saludos afectuosos. Lo tendré siempre en mi corazón y lo despido con cariño y respeto, sé que él quiso mucho a la Facultad y lo recordaremos siempre".

*Testimonio entregado a Comunicaciones de la Facultad de Ciencias

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